miércoles, 26 de febrero de 2014

El Simbolismo del Sapo en América y su relación con respecto a la Madre Tierra.



"Nuestra Madre Tierra es la raíz de nuestra esencia física y su energía es la esencia de nuestra alma, pero en nuestra alma hemos perdido el poder de la comunicación y de la creación que son parte de nuestra Misión al ser sus hijos..."

-Flora Rocha.

A lo largo del continente Americano, tanto América del Norte como del Sur, encontramos una idea que relaciona al sapo con la tierra, como manifestación dualista de la Diosa Madre Tierra, tanto en su aspecto oscuro como luminoso, donde se le aporta la gracia de dar vida o de quitarla. En estos mitos a veces el sapo es la tierra de donde fructificaron las plantas que dieron sustentabilidad alimenticia a varias culturas, pueblos o aldeas, ya sea el caso del Maíz en México para los Mayas, Aztecas entre muchas mas variantes, así como la Yuca Amarga en la Amazonia. La Diosa Sapo-Tierra es también figura principal y de importancia en los relatos de la "primera gente" o de los héroes culturales, siendo la matrona de estos. Aunque entre sus dominios y las aportaciones que se le hacen se encuentra la habilidad cazadora, y la instrucción de la artes mágicas. La Diosa Sapo-Tierra es también madre responsable de los campos de cultivo donde tras autosacrificarse representa su muerte y su posterior enriquecimiento a la Tierra para permitir abundancia. 

A pesar de aportársele el lado compasivo de ayuda a los agricultores, se presenta mas adelante en su aspecto oscuro, de destrucción, donde la Diosa Madre se muestra como la Guardiana de la Tierra, en su aspecto monstruoso como ser antropomórfico. Comúnmente en posición acuclillada, tal cual las mujeres daban a luz tradicionalmente -he aquí, el contraste con su aspecto luminoso, de dadora de vida-.
Esta a su vez en su aspecto antropomórfico se representaba con cráneos, colmillos enormes en la boca, representando la entrada al mundo subterráneo por el cual los humanos descendían y el sol falleciente pasa a su seno, en constante transformación, de manera cíclica mostrando la destrucción y el renacimiento. 

Existe el vestigio de un texto transcrito al español durante el S. XVI, donde se narra una versión de la recreación del mundo. En este relato protagonizado por los Dioses Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, en el cual ambos dioses observan a la Diosa Sapo flotando sobre los mares como única sobreviviente tras la destrucción del mundo por las aguas, transformándose en serpientes se dirigen tras ella, y la parten a la mitad, siendo así que una parte se convierte en los cielos y la otra parte en la Tierra; Montanas, Valles, Ríos, lagos, etc. La Diosa es mas tarde la que produce las plantas que alimentarían a la humanidad. Siendo esto por decisión de los Dioses. Ya el hombre para garantizar la vitalidad de la tierra, que les permitiera cosechas buenas, le ofrenda su carne y su sangre -he aquí siendo efectuados sacrificios humanos, para mantener a la Diosa apaciguada, permitiendo un buen desarrollo en los cultivos-. 

La Diosa Sapo por supuesto no es simplemente sapo, su esencia arquetípica muestra rasgos pertenecientes a distintos animales de rapiña. La Diosa es entonces una imagen equilibrada de los estados Vida y Muerte. Mostrando su aspecto fértil de dadora de vida, y su aspecto caníbal contrastado con que los sapos se alimentan en ocasiones de criaturas de su misma especie, reforzando la idea de Diosa Madre Oscura y Luminosa. 

Un aspecto adicional aportado a la Diosa Sapo con su dominio sobre las aguas, es el de las aguas del Cielo, siendo esto conexión con la Lluvia. De manera simbólica se les compara con las Mariposas, ya que el sapo y la rana igualmente a la mariposa pasa por un proceso de metamorfosis antes de llegar a la etapa adulta. Desplegando una expresión mítica. El sapo pasa de animal vegetariano y acuático, que respira con branquias, del tipo icteo, se convierte en cuadrúpedo carnívoro, y fundamentalmente terrestre, algunos de este siendo capaces de matar gracias a sustancias que han desarrollado tras la transformación mórfica, viviendo en arroyos e incluso en las copas de los arboles mas altos. 

Así la Diosa Sapo en su aspecto de devoradora se convierte en el símbolo mas apegado a la idea de las fauces de la Tierra Divina, devorando a los muertos en un ciclo constante.
La Diosa en aspecto devorador es una adaptación del concepto amazónico del Sapo Chaman-Femenino, transformador, Creadora de las artes mágicas y de las artes de la agricultura, complementando la vida de la humanidad, en los planos tangibles e intangibles.

Es peculiar encontrar que en la Europa Central, el sapo es identificado en la iconografía como Matriz o Útero, muestra de ello las efigies de metal colocadas en las iglesias como ofrendas votivas para beneficiar a las mujeres en la concepción y la superación de los embarazos difíciles. 
Y bien, la figura del sapo o rana no solo abarca el campo del mito, sino que su relación con el humano va más allá, tomando parte esencial en la práctica mágico-religiosa. 

Esto sabido, a que el fraile ingles-dominicano Thomas Gage, reporto a mediados del S. XVII que los maya-pokoman de Guatemala, no solo añadían tabaco a su bebida ritual, sino que imbuían sapos en las bebidas para darle potencialidad con sus propiedades psicotrópicas. Siendo incluido a la bebida ritual con motivo farmacológico tanto como simbólico con relación a la Diosa Madre Tierra. 
El veneno extraído del sapo, ha jugado papel importante en Mesoamérica como estimulante, tras ingerirlo a manera de  intoxicación ritual, para desencadenar al estado extático. 
Por otro lado ha sido reportado un uso mágico de las exudaciones de la piel venenosa de ciertas ranas, frotándoles en los ojos o en la boca para inducir a un estado alterado de consciencia como preparación antes de salir a cazar. 
Es así que el sapo no solo funge como participe de relatos mitológicos, o como deidad, sino como suministrador de sustancias psicoactivas, subrayando que esto se ha desarrollado en culturas tradicionales mesoamericanas, que para cualquier persona foránea de estas, sin la preparación psicológica, y espiritual resultaría de lo mas peligroso, haciendo notar también una gran falta de respeto a estas tradiciones ancestrales.



(Autor Desconocido)